Muchas de las grandes mentes de la historia no solo entendieron el estoicismo como lo que realmente es, sino que, además, recurrieron a él directamente. Todos y cada uno de ellos leyó, estudió, citó o admiró a los estoicos. Por eso la importancia de conocer quienes eran estos sabios filósofos. Séneca, Epicteto, Marco Aurelio, Platón, Cicerón, Aristóteles... gigantes de la historia, hombres de un marcado carácter cuyos méritos y triunfos sobrevivieron a su época y sobrevivirán incluso a la nuestra. Su historia es nuestra historia.
Los 3 principales referentes del estoicismo y de los que más escritos han llegado a nuestros días son Marco Aurelio, Epicteto y Séneca, corresponden respectivamente a un emperador romano, a un antiguo esclavo que logró convertirse en un influyente profesor amigo del emperador Adriano, y a un famoso dramaturgo y consejero político. Pero también existen otros estoicos, de lo que a pesar de tener menos escritos e información, dejaron también un importante legado, como son Catón el Joven, el cual fue un destacado político; Zenón de Citio, el fundador del estoicismo; Cleantes, un antiguo boxeador que trabajó acarreando agua para pagarse los estudios; Musonio Rufo, un aclamado profesor... entre muchos otros. Gracias a sus enseñanzas controlaremos nuestras percepciones, encontraremos claridad mental y si nuestras acciones son correctas y justas encontraremos la sabiduría y la perspectiva para enfrentar cualquier obstáculo que se nos presente, aprenderás a cultivar la resiliencia, la determinación e incluso la alegría.
El estoicismo nació en el turbulento mundo antiguo, se centró en la naturaleza impredecible de la vida cotidiana y brindó herramientas prácticas para emplearlas a diario. Es posible que el mundo moderno parezca radicalmente distinto al que representaba el pórtico del Ágora de Atenas o el Foro y la Corte de Roma, sin embargo, los estoicos se esforzaron por recordar que no se enfrentaban a un panorama muy distinto que el de sus antepasados, y que el futuro no alteraría radicalmente la naturaleza y el fin de la existencia humana. Como a los estoicos les gustaba decir: "un día es todos los días".
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