El mito de Hermes, el mensajero divino (juicios)

Publicado el 18 de enero de 2024, 15:35

Es bien sabido que la mitología clásica, que está plagada de dioses, diosas, héroes y villanos es terreno abonado para increíbles y apasionantes historias que han sobrevivido miles de años y aún resuenan, actualmente. La relación de las deidades con los humanos, sus aventuras, las historias de amor, los engaños y las diferentes vertientes mitológicas han permitido la generación de infinitas leyendas y mitos que lo han pretendido explicar prácticamente todo.

 

El mito de Hermes nos habla de uno de los dioses más importantes de la mitología griega. Se le consideraba el mensajero de los dioses, no solo porque comunicaba los diferentes mundos, sino también porque mediaba para solucionar conflictos. El mito de Hermes nos habla de uno de los dioses más polifacéticos de toda la mitología griega. Era uno de los más activos e inquietos y, por lo mismo, se le consideraba protector de actividades múltiples, como el comercio, la astucia, las fronteras y los viajeros que la cruzan, así como de los ladrones y los mentirosos, además de conductor de las almas de los muertos y mensajero divino. Se le representa como un joven hermoso y atlético, que siempre está conversando y adora hacer bromas. Lleva puesto un sombrero y tiene alas, bien en las sandalias o bien en los pies. Esto le permite moverse rápidamente en todas partes.

 

Así mismo, el mito de Hermes dice que este joven siempre portaba el caduceo, una vara mágica con la que podía dormir a dioses y mortales y conducir las almas de los muertos hacia el inframundo. Hermes era hijo de Zeus y de la pléyade Maia. Se le consideraba jefe de los sueños, guardián de las puertas y espía nocturno, pero finalmente se consagró como mensajero de los dioses.

 

El mito de Hermes son en realidad muchos mitos, ya que, aunque no fuera el protagonista principal, aparecía en muchos de los episodios más relevantes de la mitología griega. Cuenta el mito de Hermes que nació en una cueva en el monte Cilene, en Arcadia. Tenía apenas pocos días cuando escapó de su cuna y echó a correr por los campos. De tanto andar, llegó hasta una pradera en donde su hermano Apolo apacentaba los rebaños de bueyes y vacas. Tentado por la oportunidad, Hermes decidió robar los bueyes y llevarlos a una cueva. Una vez que ocultó su botín, Hermes regresó a su casa. Antes de entrar vio una tortuga y de inmediato se le ocurrió una idea. Mató a la tortuga, la vació y luego tensó sobre la caparazón una serie de cuerdas, elaboradas con tripas de buey. Así inventó la lira. Luego volvió a su cuna y se quedó dormido.

 

Cuando Apolo se dio cuenta del robo, utilizó sus poderes adivinatorios para encontrar al culpable. Así supo que había sido Hermes y lo acusó ante Zeus. Maia, la madre de Hermes, trató de disculparlo señalando que era apenas un bebé indefenso. Sin embargo, Zeus no se dejó engañar y le exigió al chico que devolviera lo hurtado. Agobiado ante la autoridad de su padre, Hermes fue a la cueva donde tenía su botín y le devolvió las vacas y los bueyes a Apolo. Este, sin embargo, quedó maravillado con la lira. Así que convino con el dios alado un cambio de todo su ganado por el instrumento. Hermes aceptó y recibió también una vara, con la que luego el chico construyó su arma predilecta: el caduceo.

 

Fueron muchas las aventuras en las que estuvo presente Hermes. Una de las más notables ocurrió cuando su padre, un dios infiel a todas luces que fue pillado por su esposa, Hera, en una infidelidad con Ío, una sacerdotisa de la propia Hera. Cuando esta descubrió los amoríos, Zeus quiso proteger a Ío convirtiéndola en una ternera blanca. Pero su esposa, siempre atenta, envió a Argos, un monstruo de mil ojos para que la vigilara, de modo que nadie se le acercara. Zeus, por su parte, le encargó a su hijo Hermes que liberara a su amante. El mensajero de los dioses le cantó bellas canciones al monstruo y luego lo entretuvo con sus historias y sus reflexiones. Así consiguió que se durmiera y pudo cumplir la misión que le había encomendado su padre.

 

El mito de Hermes cuenta que este dios también jugó un importante papel cuando le entregó a Perseo unas sandalias aladas. Ese instrumento mágico fue decisivo para que el héroe pudiera vencer a Medusa. Hermes también condujo el alma de Perseo hasta la entrada del inframundo, como era su costumbre. Además tuvo un papel muy destacado en la Guerra de Troya, del lado de los griegos. Este dios también fue muy enamoradizo y tuvo una numerosa descendencia. Su hijo más famoso fue Pan, dios de la naturaleza y los rebaños. La palabra “hermenéutica”, o arte de interpretar los significados ocultos, se deriva de “Hermes”, que en la mitología romana fue conocido como Mercurio.

 

Los estoicos utilizaban el mito de Hermes para recordarse que al igual que él, cada uno de nosotros poseemos el poder de moldear los juicios a nuestra voluntad, pudiendo convertir en oro todo lo que toquemos. Estos sabios entrenaban sus mentes para encontrar utilidad en todo lo que les ocurría. Practicaban una especie de alquimia mental que los volvía resilientes, convirtiendo los obstáculos en oportunidades. Su objetivo era reemplazar nuestra reacción natural de “¿por qué a mí?”, por otra más productiva: “¿cómo puedo usar esto a mi favor?” Pasando del victimismo a la acción, de la pena al crecimiento. Era su manera de practicar y desarrollar el Amor Fati, el amar lo que el destino les deparase, a aceptar todo lo que les ocurra y usarlo a su favor. La diosa Fortuna no ofrece inconvenientes y sí muchas ventajas.

 

Si algo no nos va a faltar en la vida eso van a ser los obstáculos y las adversidades, de manera más o menos esperada, en mayor o menor magnitud continuamente vas a lidiar con impedimentos que te alejen de aquello que tratas de conseguir y, en la mayoría de las ocasiones, tendrán lugar de manera imprevista y escaparán a tu control. Lo que sí está bajo tu control es la manera de afrontarlos, el cómo te los tomas, como los percibes y los juicios que haces sobre ellos. El estoicismo nos proporciona las herramientas para hacernos conscientes de que está bajo nuestro control y que no, nos ayuda a afrontar los problemas desde otra perspectiva, siendo pacientes y consistentes, evaluando, corrigiendo y aprendiendo de nuestros errores. El estoicismo nos hace desear los retos, por lo que cada vez que te enfrentes a la adversidad recuerda esta máxima del emperador Marco Aurelio:

 

“A propósito de todo lo que
provoca en ti la tristeza,
acuérdate de hacer uso de este dogma:
No solamente esto no es una 
desgracia, sino que es una suerte
soportarlo con coraje.”

 

 

Las historias han ayudado a las civilizaciones a recordar y transmitir conceptos durante milenios, de generación en generación, y es justo eso lo que pretende este cuento, que recuerdes que siempre puedes decidir ver las cosas como oportunidades de crecimiento o como problemas, que recuerdes que ante un mismo estímulo, acontecimiento o situación, será tu forma de afrontarlo y nada más lo que determinará si te hundes o creces, si vas por un camino de luz o uno de oscuridad. Tú y solo tú tienes el poder de volverte más fuerte.

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