El ave Fénix (Resiliencia)

Publicado el 13 de junio de 2024, 11:00

Si hay un mito que ha nutrido buena parte de las doctrinas, culturas y raíces legendarias es, sin duda, la presencia de esta figura emplumada de espléndidos colores. Se decía que sus lágrimas eran curativas, que tenía una gran resistencia física, control sobre el fuego y la capacidad de ofrecer esperanza a quien lo observara. Esta figura representaba uno de los arquetipos más poderosos, simbolizaba tanto la creación como la destrucción, la vida y también la muerte. El Fénix nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una oportunidad para renacer y, ese proceso de transformación, puede ser muy bello.


Se dice que los romanos veneraban esta figura y que, por ello, sus monedas mostraban la cabeza del emperador, por un lado, y de este pájaro por el otro. Era la representación de la propia Roma, siempre invencible y eterna. El Fénix, aquella ave que, sintiendo cerca el aliento de la muerte, se inmolaba en una pira de canela silvestre y, mientras el fuego se llevaba su espíritu, resurgía de sus cenizas. Esta criatura fantástica entendía que era necesario renovarse cada cierto tiempo para adquirir mayor sabiduría y para ello, seguía un proceso muy meticuloso. Volaba por todo Egipto para construirse un nido con los elementos más bellos: ramas de canela y de roble, nardos y mirra. Después,  ya acomodado en su nido, entonaba una de las melodías más bellas que los egipcios habían escuchado jamás, para luego, dejar que las llamas lo consumieran por completo. Tres días más tarde, el ave Fénix renacía lleno de fuerza y poder. A continuación, tomaba su nido y lo dejaba en Heliópolis, en el templo del Sol, para iniciar así un nuevo ciclo con el que ofrecer inspiración al pueblo de Egipto. Transformación, regeneración, memoria, serenidad y resiliencia son algunos de los muchos conceptos que derivan del mito del Ave Fénix. El mito del Ave Fénix nos sugiere una muerte simbólica, no literal, en la que las personas nos enfrentamos a situaciones de extraordinaria intensidad que nos obligan a transformarnos, a adaptarnos a un nuevo escenario. Es ese “morir un poco” que sigue a un hecho más o menos traumático que nos impele a hacernos más fuertes.

 

Se dirá, con razón, que la adversidad es propia de la vida. Cada cual, a su propia manera, encuentra dificultades en su camino. Hay, sin embargo, un aspecto de esa adversidad estrechamente relacionado no con el hecho en sí, sino con la manera en que lo percibimos y lo experimentamos. En este sentido, la filosofía estoica ofrece un entendimiento de la adversidad que, en términos generales, nos invita a aceptarla y vivirla, no con mayor sufrimiento o dolor del que le es implícito, sino sólo como un aspecto propia de la existencia y del cual nadie está exento, además de que se trata de una circunstancia que cuando se viven así, usualmente nos reportan también aprendizajes invaluables y fortaleza. La dura verdad es que el camino que tenemos por delante no siempre estará pavimentado con facilidad y comodidad. Surgirán obstáculos y te enfrentarás a desafíos. Esta es la naturaleza inquebrantable de la existencia y es inútil negarla. Prepárate no tratando de evitar la adversidad, sino desarrollando la resiliencia interior para afrontar sus dificultades. Aquí reside la clave tanto para disfrutar de la parte más divertida de la vida y hacerlo con consciencia e intensidad, como para vivir más y mejor. En definitiva, hallar qué debemos hacer para mejorar ante cualquier situación que se presente para llegar al punto en el que nuestro estado mental, espiritual y físico nos permita percibir cada situación y evento inesperado como oportunidad de crecimiento. De esta manera la vida se vuelve mucho más atractiva, emocionante y plena.

 

¿Qué serás cuándo la adversidad llame a tu puerta? Los problemas nunca van a dejar de aparecer, de una manera u otra tu mente siempre te ofrecerá algún tipo de preocupación en la que derrochar tu energía y tu tiempo; por lo que está en tu mano entrenar tu mente para contemplar cada uno de esos escollos como problemas o como oportunidades. Esta perspectiva de vida ya la implementaron los antiguos estoicos, los cuales veían cada obstáculo como oportunidad de virtud. La filosofía estoica nos invita a visualizar la vida como el mejor de los gimnasios, brindándonos incesantes oportunidades para desarrollarnos como personas, para aprender a actuar correctamente, para afrontar los problemas y para aceptar lo que ocurre con serenidad. Es nuestra tarea asumir que este viaje se compone de etapas intercaladas entre ensayo y error, entre éxito y fracaso, entre abundancia y escasez, entre éxito y aprendizaje. Como decía el gran emperador Marco Aurelio:

 

“Lo que bloquea el camino se vuelve el camino.”

 

Los estoicos entrenaban sus mentes para encontrar utilidad en todo lo que ocurría, practicaban una especie de alquimia mental convirtiendo los obstáculos en objetos valiosos, en oportunidades. Su objetivo era reemplazar nuestra reacción natural de “¿por qué a mí?” por otra más productiva: “¿cómo puedo usar esto a mi favor?” Pasando del victimismo a la acción, de la pena al crecimiento. Era su manera de practicar y desarrollar el “Amor Fati”, amar al destino. Marco Aurelio es un claro ejemplo de resiliencia, después de cada adversidad se repetía la máxima fundamental de “nada he perdido”. El estoicismo nos hace desear los retos y, en este caso, el emperador se enfrentaba continuamente a retos de diferentes aspectos e índoles, desde guerras, problemas que surgían del pueblo o del Senado, hasta pandemias. Cada vez que te enfrentes a la adversidad recuerda esta máxima del emperador:

 

“A propósito de todo lo que provoca en ti la tristeza,
acuérdate de hacer uso de este dogma:
No solamente esto no es una desgracia,
sino que es una suerte soportarlo con coraje.”

 

 

La leyenda del ave Fénix, esa emblemática criatura de fuego capaz de elevarse de manera majestuosa a partir de las cenizas de su propia destrucción, simboliza el poder de la resiliencia, de esa capacidad inigualable desde la cual podemos renovarnos como seres más fuertes y luminosos después de pasar diversas dificultades. El estoicismo es pura robustez, porque lograr inmunidad a las circunstancias externas, ya sean buenas o malas, y carecer de fragilidad ante lo que dicta el destino es robustez. Los sucesos aleatorios no nos afectarán ni para bien ni para mal. La diosa Fortuna no ofrece inconvenientes y sí muchas ventajas. Recuerda que ante un mínimo estímulo, acontecimiento o situación será tu forma de afrontarlo y nada más lo que determinará si te hundes o creces, si eres frágil o resiliente. Tú y solo tú tienes el poder de volverte más fuerte. Toda adversidad, toda dificultad es una oportunidad para demostrar tu valía, para demostrar que realmente has aprendido. Gracias a la filosofía y a las virtudes que esta enseña podrás ver la vida con unas nuevas lentes. Los obstáculos son parte de la vida y cómo los afrontes determinará si vas por un sendero de luz o uno de oscuridad. Nuestra fortaleza o fragilidad reside en aquello que dejamos entrar en nuestra mente. Simplemente usa en tu beneficio los obstáculos que la vida te depara y mejora a pesar de ellos, gracias a ellos. Así que no temas más, por el contrario, anímate, alégrate y espera con ansia la siguiente batalla. No hay mayor motivo de orgullo que haberte hecho fuego de tus propias cenizas.

 

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