LA FILOSOFÍA SAMURÁI Y EL ESTOICISMO

Publicado el 26 de junio de 2023, 9:17

El estoicismo es una filosofía helenística que durante los últimos 20 siglos ha influido en la ética de distintas religiones y en el pensamiento de autores de toda la literatura occidental. Pero no es la única fuente de pensamiento que ha alcanzado un importante impacto para cambiar el modo de vida de millones de personas. La filosofía japonesa ha alcanzado un similar impacto en la cultura oriental. Y al igual que el estoicismo es una filosofía práctica. La esencia del estoicismo es la acción, destacar en la aptitud de usar a nuestro favor los obstáculos y nuestra mente, de entender nuestros problemas por lo que contienen y su contexto, de ver las cosas filosóficamente y actuar en consecuencia. Por supuesto que no basta con leer y recitar las frases de los estoicos. Debemos practicar esas máximas, volver a ellas una y otra vez en nuestra mente y ponerlas en práctica hasta que se conviertan en parte de nuestro ser. El propósito de esta filosofía es que esté siempre en tus manos.


Uno de los rasgos nipones más sorprendente es la férrea convicción que tienen en utilizar sólidos principios morales como guía para sus vidas. A veces resulta muy curioso ver que hay personas en el mundo que no necesitan de leyes o castigos para tener la motivación necesaria que les impulse a hacer lo correcto. Simplemente lo hacen porque creen que es la mejor forma de hacer las cosas y punto. El respeto, la honestidad y la gratitud son casi un componente más del aire que se respira en la cultura japonesa.

 

 

“HABLA COMO SI TODO EL MUNDO
TE ESTUVIERA ESCUCHANDO.
ACTÚA COMO SI TODO EL MUNDO
TE ESTUVIERA VIENDO.”

 

Los estoicos nos recordaban que ante cada acción que vayamos a realizar tengamos este mantra bien presente y actuemos en consecuencia.¿Parece fácil verdad? Pero no es nada simple, requiere una gran constancia y disciplina. ¿Actuar bien o actuar mal? Ambos modos de actuación tienen su precio. Uno de ellos te hará recordar siempre que no actuaste como debías, y te vestirá con vergüenza aunque sea solo ante tus ojos. El otro, a pesar del peaje a pagar, mantendrá tu conciencia limpia, satisfecha y en paz. Por nuestra débil naturaleza como humanos, a menudo estaremos en el filo entre hacer lo correcto o dejarnos llevar por lo fácil, por lo rápido, por lo que hace la mayoría. Sé una persona cuidadosa con lo que te permites hacer, pues cada acción y pensamiento repetido te está moldeando como persona. ¿En quién te quieres convertir? Marco Aurelio nos regalaba la siguiente cita:

 

“NO GASTES MÁS TIEMPO
ARGUMENTANDO ACERCA DE LO
QUE DEBE SER UN BUEN HOMBRE.
SÉ UNO.”

 


Según la filosofía japonesa no necesitas que haya nadie mirando para hacer lo correcto. Tú te ves a ti mismo cada día. Tú eres tu propio juez y sabes cuando haces las cosas bien o mal. La persona ante la que debes responder eres tú mismo. Los japoneses dicen: “Jibun ga miteiru, daro?”, lo que significa “Yo sí que me estoy viendo, verdad?”. Nuestro querido emperador y filósofo Marco Aurelio, legó uno de los grandes testimonios de sabiduría práctica en sus Meditaciones. Cada día, tras una larga y dura jornada de trabajo, a pesar de la fatiga, tenía una cita que no pensaba perderse, una cita a la que no se permitía fallar ningún día por muy cansado que estuviera, pues aquellos pocos minutos que duraba eran aire para sus pulmones y alimento para su alma. Una cita consigo mismo, en silencio, frente a su diario, en la que se sumergía en los pensamientos y actos que le habían acompañado durante la jornada para examinarlos con detalle, aprender de ellos, pulirlos y prepararse para afrontar con virtud la que comenzaría de nuevo la mañana siguiente al frente del imperio. Marco Aurelio era su propio juez y cada noche antes de irse a dormir respondía ante sí mismo.

 

Para entender cómo se ha instaurado este férreo respeto por los principios en Japón, es importante conocer un poco sobre la mentalidad de la que, durante siglos, fue una de las clases sociales más importantes de Japón: los samuráis. Estos se regían por un código de conducta llamado “bushido”. Consiste en una serie de reglas que guiaban el comportamiento y la vida de los samuráis. La palabra “bushi” significa “guerrero” y la terminación “do” significa “camino”, o dicho de otro modo, “el camino del guerrero”. Pocas veces antes un guerrero se había visto influenciado tan profundamente por unas directrices que incluían conceptos morales tales como la lealtad, el honor y la compasión. Si un samurái mancillaba su honor, la única forma de restablecerlo era a través del “harakiri”, un acto de valentía suprema en el que el guerrero atravesaba su vientre con una daga y abría en canal su estómago para desangrarse poco a poco en una agonizante muerte.

 

Lo más fascinante del código bushido era que conseguía que sus practicantes perdieran casi totalmente el miedo a la muerte y que con ello neutralizaran uno de los instintos más fuertes que el ser humano lleva innato desde su nacimiento: la supervivencia. Según los filósofos de la época, un hombre que ha perdido el miedo a la muerte puede decidir con libertad y hacer siempre lo que cree correcto sin pararse a pensar en las malas consecuencias que esto pueda acarrearle.

 

La meditación sobre la inevitable muerte debe realizarse a diario, los estoicos también meditaban sobre la muerte cada día, eso hace que vivamos la vida dándole importancia a lo verdaderamente importante. Memento Mori significa recuerda la muerte, recuerda que vas a morir. Los sabios filósofos del estoicismo se repetían a diario esta expresión con un objetivo principal, emplear su tiempo y potencial de la manera más valiosa y útil posible. Los estoicos nos invitaban a hacernos más agradable la vida deponiendo toda actitud por ella, ya que siempre que sentimos temor por perder algo, este nos impide disfrutarlo, ya sea una pareja, un objeto, una oportunidad laboral y en última instancia la vida misma. En muchas ocasiones malgastamos nuestro tiempo y energía centrándonos en nimiedades. Así pues, contemplemos cada día como si fuera el que da fin y completa nuestra vida. Exprimamos cada uno de ellos con la máxima conciencia, contemplándolos como un auténtico regalo y evitando caer así en la desidia, la pereza o la holgazanería. Marco Aurelio escribía en sus Meditaciones, una de las tres obras más importantes de la filosofía estoica que ha llegado a nuestros días, uno de los fragmentos más hermosos y tan cargado de sabiduría como el siguiente:

 

“UN HOMBRE NO DEBERÍA
TENER MIEDO A LA MUERTE,
DEBERÍA TENER MIEDO A NO
EMPEZAR NUNCA A VIVIR.”

 


El bushido estaba regido por las 7 virtudes del guerrero: justicia, coraje, benevolencia, respeto, sinceridad, honor y lealtad. Este código ha dejado una profunda huella en la sociedad japonesa que perdura hasta nuestros días. A pesar de que la clase samurái se extinguió, y con ella el bushido pasó a convertirse en una parte más de la historia, es asombroso como a día de hoy todavía siguen protegiendo con fuerza la enseñanza de los valores como pilar fundamental en la educación de los más pequeños y pasándolos de generación en generación.

 

El objetivo principal del bushido, al igual que el del estoicismo, no era otro que el de alcanzar la excelencia. Para todos aquellos que estamos comprometidos con el crecimiento personal, los principios son una parte muy importante del camino que hemos escogido recorrer. Actitudes como la responsabilidad, la generosidad, la honestidad, la integridad o el respeto, son la base del crecimiento de una persona que aspira a lograr la mejor versión de sí mismo. Si queremos mejorar, un buen comienzo sería empezar a abrazar de forma consciente la voluntad de querer regir nuestro comportamiento por una serie de principios sólidos que nos sirvan de guía. Esta costumbre será especialmente útil en todos aquellos momentos en los que nuestro camino llegue a una encrucijada, al igual que le pasó a Hércules cuando tomó el camino heroico de Aretê (virtud) y evitó ser seducido por el camino de Kakia (vicio).

 

La excelencia es algo que está en la mente, algo que cada uno va desarrollando paulatinamente día tras día y conduciéndose según los propios principios y valores. Un samurái era una persona disciplinada y persistente que progresivamente iba perfeccionándose en el arte de la guerra. Como ellos, las demás personas también somos guerreros porque diariamente enfrentamos batallas, y el cómo podríamos enfrentar esas batallas depende de uno mismo y no de los demás. Ten presente que en tu vida librarás muchas batallas y tienes que estar preparado física y mentalmente para alcanzar tu éxito personal y profesional. Nada llega sin esfuerzo, sin sacrificio, sin disciplina y sin persistencia.

 

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Comentarios

Ana García García
hace un año

Muy interesante la comparativa entre estas dos potentes filosofías!!! ENHORABUENA POR ESTA PÁGINA!!

Gerson García Aguilar
hace un año

Muchas gracias! Me ha alegrado mucho tu comentario! Un saludo Ana.

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