Esta es la triste realidad, parece que nunca tenemos suficiente. El placer rápido, fácil y cortoplacista nos enreda en laberintos tan adictivos como vacíos de los que una vez dentro es muy difícil salir. La vida y principalmente nuestra propia mente no dejará de agasajarnos con deseos, los cuales acabarán por rodearnos de miseria y esclavitud si siempre acudimos tras su llamada sin ofrecer ningún tipo de resistencia. Sexo, comida basura, alcohol, drogas, consumismo descontrolado… pueden suponer el más pesado de los yugos. Los estoicos nos brindan diferentes estrategias y herramientas para blindarnos frente a este compañero de vida poco deseable y tan difícil de controlar si no nos preparamos para ello. Un deseo nace donde acaba otro. El deseo es el contrato que haces contigo mismo para no ser feliz hasta que consigues lo que deseas. Y si no nos entrenamos al respecto, como consecuencia de la “adaptación hedónica” (el nunca tener suficiente, el siempre querer más) cuando alcancemos eso que deseamos, en ese preciso instante, ya prácticamente nos parecerá insuficiente y desearemos más o desearemos algo diferente. Así que ¡cuidado con lo que deseas! Para los sabios estoicos está era una de las principales causas de infelicidad.
Cada día, cada momento, es una oportunidad para ejercitarnos en la gestión y control de esos deseos nada favorables para nosotros y los que nos rodean. Aprovéchalo, y el espacio que éstos dejarán en tu mente, lo irán ocupando, la paz, la serenidad y la plenitud. Es difícil desarraigar deseos e impulsos que nos acompañan a diario, y más cuánto más tiempo lleven con nosotros. La práctica constante de autoanálisis a uno mismo era considerada por los estoicos como ingrediente esencial para una vida que merezca la pena ser vivida. Los estoicos contemplaban la dependencia como una falta de autocontrol, con la que ponemos nuestra libertad e independencia emocional en manos de los impulsos y deseos. Estos sabios nos decían que llevásemos especial cuidado en aquellos impulsos y deseos que nos pasan inadvertidos y amenazan con apoderarse poco a poco de nuestro autogobierno y con ello de nuestra paz y bienestar. Aquellos que no son tan fáciles de apreciar pero que van minando nuestro carácter poco a poco. La avaricia y deseo por tener más, la atención excesiva al que dirán, el gustar y complacer a los demás, el impulso de vaguear y hacer siempre lo mínimo, el perseguir continuamente comodidades y placeres. Marco Aurelio decía:
“LOS PLACERES, CUANDO
SUPERAN CIERTO UMBRAL,
SE CONVIERTEN EN CASTIGOS"
Los estoicos eran más conscientes de la importancia de entrenarnos en la identificación y gestión de los impulsos y deseos, de la esclavitud en que podríamos sumergirnos si no les prestamos atención y si no nos entrenamos para ello. A menudo nos excusamos ante los demás y ante la parte más importante, nosotros mismos, alegando que no podemos, que es muy duro o muy difícil. Y no podemos porque nosotros mismos creemos que no podemos, nosotros mismos nos ponemos nuestros propios límites. Qué importante es pararnos a menudo y preguntarnos qué necesitamos realmente, preguntarnos qué es verdaderamente importante. Marco Aurelio, emperador de Roma y hombre más poderoso de su tiempo, dejaba en su diario escrito el secreto para gestionar la vida. Decía así:
“LA MAYORÍA DE LO QUE DECIMOS
Y HACEMOS NO ES ESENCIAL,
SI PUEDES ELIMINARLO, TENDRÁS
MÁS TIEMPO Y MÁS TRANQUILIDAD.
PREGÚNTATE A CADA MOMENTO…
¿ES ESTO NECESARIO?”
De esta manera decidía cuáles eran sus prioridades, decidía que era merecedor de su tiempo en cada momento y decidía donde invertir su tiempo y energía. Las respuestas a esta pregunta busca ayudarnos a conseguir aquello imprescindible para encontrar el bienestar, aquello que todos tratamos de alcanzar, la paz interior; y a prescindir de las cosas innecesarias que te mantienen constantemente ocupado. Nuestra mente tiene una afición especial en desear, en dejar de valorar lo que tiene a una velocidad pasmosa, en querer más y por eso es esencial que no cesemos en nuestro entrenamiento en relación a este tipo de cosas. Nuestra débil naturaleza humana abrirá la mente a numerosos impulsos y deseos apetecibles; y será en esos momentos a los que tenemos que llegar preparados, manteniéndonos fuertes, constantes y disciplinados cada día. Como nos recordaban los estoicos:
“LA LIBERTAD NO SE OBTIENE
SATISFACIENDO DESEOS,
SINO ELIMINÁNDOLOS”
Piensa durante un minuto en todos los intereses que compiten por tu atención, tu tiempo y tu dinero, los cuales nos distraen y nos alejan de las cosas verdaderamente importantes. Por suerte, Marco Aurelio no estaba expuesto a las influencias extremas de nuestra cultura moderna. Sin embargo, también conocía muchos elementos distractores: las habladurías, el interminable reclamo del trabajo, los miedos, la sospecha y la lujuria. A todos los seres humanos nos atraen esas fuerzas internas y externas que cada vez son más poderosas y difíciles de resistir. La filosofía consiste simplemente en poner mucha atención y esforzarse por ser algo más que un simple peón. Tus valores y la conciencia de uno mismo evitarán que seas un títere. Es verdad, estar atento requiere esfuerzo y consciencia, pero ¿acaso no es mejor que ser una marioneta?
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