INFELICIDAD

Publicado el 15 de abril de 2023, 19:03

Cuando hablamos de dualidades, como dos caras de una misma moneda, el ser humano tiene la habilidad de convertirse en el opuesto exacto de lo que en verdad quiere; y a veces sin darnos cuenta. Una de esas dualidades más evidentes es la felicidad y la infelicidad. Esa persona que ante todos ríe pero que, en la fortaleza de la privacidad mirándose al espejo, realmente es incapaz de sonreír, pues está colmada de tristeza. De infelicidad.Pero, ¿qué nos sucede realmente cuando somos infelices? ¿Acaso somos infelices porque es lo que queremos, acaso una persona infeliz buscó ser infeliz? No eres infeliz porque te lo hayas buscado o porque quieras serlo, eres infeliz porque le permitiste a la infelicidad dictar demasiado en tus decisiones de vida. Y puede sonar bastante fuerte, pero esa es la realidad.


La infelicidad se apodera de nosotros cuando nos volvemos demasiados permisivos con nuestro propio ego. Es algo que todos tenemos y desarrollamos como seres humanos que somos. Se trata de esa voz que, como un comentarista, va narrando los hechos y decisiones que tomamos en nuestra vida. Esta voz, la mayoría de las veces crítica, intenta reflejar una realidad que, si le permitimos nos domine, entonces nos mantendrá en un estado constante de infelicidad. Porque la realidad que refleja el ego no es la realidad verdadera, sino una totalmente disfuncional en relación con ese momento presente, ese ahora que estás viviendo.

 

Para los estoicos dos causas eran las principales fuentes de infelicidad. El nunca tener suficiente (la adaptación hedónica) y el preocuparnos por las cosas que están más allá de nuestro control. Casi 2.000 años han pasado desde entonces, y ya por entonces estos sabios se enfocaban por entrenarse en lo que depende de nosotros, pues es en ese lugar donde se encuentra nuestra libertad, mientras que las cosas que no dependen de nosotros se hallan en un estado de sometimiento, servidumbre y nos resultan ajenas. Las cosas que no dependen de nosotros nos someten, nos vuelven sus siervos. Los estoicos nos recuerdan que solo hay una manera de alcanzar la felicidad, y es dejar de preocuparse por las cosas que están más allá de nuestro poder o de nuestra voluntad. Para estos sabios solo dependen de nosotros nuestros pensamientos, deseos y acciones. Invertir energía en otras cosas no cambiará absolutamente nada y desembocará en ansiedad, malestar y pérdida de tiempo. El que dirán, el tiempo que va a hacer, la opinión de los demás, tu salud, etc… no dependen completamente de ti.

 

Reflexiona por un momento cómo sueles afrontar las situaciones que no se dan como te gustaría. ¿Sucumbes ante la rabia? ¿Te dejas llevar por la pena? ¿Permites que el enfado se apodere de ti? O, por otro lado, ¿enfocas toda tu energía y tiempo a que tus próximos pensamientos y acciones vayan orientados a la excelencia? El emperador Marco Aurelio se recordaba que el mal no estaba fuera sino en nuestro interior, en nuestras opiniones y juicios. Debemos ser conscientes del rol tan esencial que juega nuestra percepción de la vida en nuestro bienestar, pues en última instancia tu felicidad no depende de lo que te ocurre sino de como percibes y como te tomas lo que te ocurre.

 

Respecto a la segunda causa de infelicidad, la Adaptación Hedónica, el siempre querer más, el nunca tener suficiente, solemos pensar en la adquisición de bienes materiales, de vivir nuevas experiencias o con la satisfacción de deseos físicos; sin embargo, la mayoría de nuestros deseos, principales generadores de irritación, frustración, enfado, etc., y los cuales en muchas ocasiones ni siquiera nos damos cuenta de que los estamos produciendo en la mente, tienen que ver con querer y desear que lo que ocurre ocurra de otra manera. Que los demás se comporten de diferente manera, “ojalá” ocurra esto o aquello, el arrepentimiento por algo pasado, etc. Los estoicos nos recordaban:

 

"UN DESEO NACE

DONDE ACABA OTRO"

 

 

Si no le ponemos riendas a esta sucesión inacabable de deseos aparentemente inofensivos y los amaestramos, nos volveremos cada vez más caprichosos, queriendo que todo ocurra cómo y cuándo desearía; y al no verse realizados esos deseos, como pasará en la mayor parte de las ocasiones, nos producirá sufrimiento y sentimientos deseables. El deseo es el contrato que haces contigo mismo para ser infeliz hasta que consigues lo que deseas. Estos sabios utilizaban diferentes herramientas para blindarse ante este tipo de deseos y situaciones. La Gratitud, el Amor Fati, el Prosochê, el Memento Mori, la Visualización Negativa, entre otras muchas, las cuales iremos viendo en otros artículos más adelante.

 

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