Cómodo, el fin de un Imperio

El único reproche que la historia puede hacer a Marco Aurelio, al que cronistas e historiadores veneran como un emperador digno, sensato y de demostrada grandeza moral, es haber dejado el destino de su imperio en manos de un muchacho de tan solo 19 años: su hijo Cómodo. Un joven ambicioso al que la historia ha juzgado de incapaz y falto de carácter, además de responsable del declive de una de las mejores dinastías que gobernó Roma: la de los antoninos. Durante casi cien años de gobierno, el principado antonino había llevado estabilidad y prospe­ridad al Imperio gracias a la labor de cinco emperadores que accedieron al trono por elección, y no por consanguinidad. Ninguno de ellos tuvo descendencia, por lo que fueron escogiendo a su sucesor (al que nombraban hijo adoptivo) en virtud de sus méritos. Marco Aurelio rompió con esa tradición y sacrificó la felicidad de millones de personas por el entusiasmo que sentía hacia un muchacho indigno al escoger un sucesor de su familia, en lugar de buscarlo en la república. El error fue tal que incluso los monstruosos vicios del hijo han ensombrecido la pureza de las virtudes del padre.

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Estoicismo y paternidad

Educar a los niños en el estoicismo es fundamental para ayudarles a desarrollar habilidades para la vida. Esto les permitirá enfrentar los desafíos de la vida con coraje y determinación, y encontrar la paz y la serenidad en medio de las adversidades. Si no les inculcamos unos valores y una brújula de vida, el día de mañana tendrán dificultades para enfrentar los obstáculos que la vida les deparará y desarrollarán una mentalidad negativa y pesimista que afectará a su bienestar y a su capacidad para tener relaciones saludables.

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¿Tiempo vivo o tiempo muerto?

Según el autor Robert Greene existen dos clases de tiempo en nuestra vida: el tiempo muerto, durante el cual la gente adopta una actitud pasiva y se sienta a esperar, y el tiempo vivo, durante el cual la gente está aprendiendo y actuando, utilizando cada segundo. Cada momento de fracaso, cada obstáculo o adversidad, cada situación que no hayamos elegido deliberadamente o que no controlemos, presenta esta misma disyuntiva: tiempo vivo frente a tiempo muerto. ¿Cuál elegirás? Como ya sabes y como ya he mencionado en más de una ocasión en este blog, los obstáculos son parte de la vida. Hay poca gente que entiende lo común que es esto en la historia y la cantidad de figuras que ante situaciones aparentemente terribles (prisión, exilio, depresiones económicas…) han podido transformar esas circunstancias en combustible para su grandeza, a través de su actitud y su enfoque.

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Disciplina

Los estoicos tenían esta palabra grabada a fuego. Para ellos hay un conjunto de acciones que si se realizan de forma constante, al final conducen al resultado deseado. Esta filosofía siempre pone al ser humano en primera persona, es decir, ellos defienden la autodisciplina. Cada uno debe construir sus propias normas, definir cuales son los hábitos a realizar y ser consciente de que la regularidad en su repetición es la que nos dará sus frutos. En definitiva, disciplina es llevar a cabo la acción concreta de forma repetida. Así es como los estoicos han logrado mantenerse a lo largo del tiempo, ya que su disciplina fue el ingrediente secreto para alcanzar todos los conocimientos y aprendizajes que hoy en día se siguen compartiendo.

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Mentalidad Shoshin

La mentalidad del principiante, conocida como “Shoshin” en japonés, se basa en la idea de adoptar una actitud abierta y receptiva hacia todo lo que nos rodea. Se trata de liberar la mente de preconceptos y opiniones preestablecidas y, en su lugar, adoptar una actitud de curiosidad y humildad como si fuera la primera vez que experimentas algo. Esta antigua filosofía japonesa podría ser la clave para revitalizar tu enfoque y abrazar la sabiduría del aprendizaje constante. En la mente del principiante, todo es nuevo y lleno de posibilidades. Esta mentalidad nos permite ver las situaciones con una mente fresca, permitiéndonos aprender, crecer y descubrir soluciones creativas a problemas que antes parecían irresolubles. Para adoptar una mentalidad Shoshin debemos:

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¿Qué pasaría si en nuestra sociedad acabara asentándose el estoicismo como filosofía de vida? ¿Utopía o realidad?

Al hablar de utopía nos remitimos a una serie de experiencias donde algunas personas vinculadas a la filosofía y la política empiezan a escribir mundos futuros, no necesariamente posibles, donde se imaginan una sociedad perfectamente feliz. En estas construcciones imaginarias, se comenzaron a proyectar un diagnóstico del mundo en el que vivían, de cómo es, de cómo es el ser humano, cuáles son los problemas contemporáneos y las virtudes del mismo. A partir de este análisis se selecciona lo mejor y se lo proyecta hacia el futuro imaginando un mundo perfecto.

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LA FILOSOFÍA SAMURÁI Y EL ESTOICISMO

El estoicismo es una filosofía helenística que durante los últimos 20 siglos ha influido en la ética de distintas religiones y en el pensamiento de autores de toda la literatura occidental. Pero no es la única fuente de pensamiento que ha alcanzado un importante impacto para cambiar el modo de vida de millones de personas. La filosofía japonesa ha alcanzado un similar impacto en la cultura oriental. Y al igual que el estoicismo es una filosofía práctica. La esencia del estoicismo es la acción, destacar en la aptitud de usar a nuestro favor los obstáculos y nuestra mente, de entender nuestros problemas por lo que contienen y su contexto, de ver las cosas filosóficamente y actuar en consecuencia. Por supuesto que no basta con leer y recitar las frases de los estoicos. Debemos practicar esas máximas, volver a ellas una y otra vez en nuestra mente y ponerlas en práctica hasta que se conviertan en parte de nuestro ser. El propósito de esta filosofía es que esté siempre en tus manos.

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INFELICIDAD

Cuando hablamos de dualidades, como dos caras de una misma moneda, el ser humano tiene la habilidad de convertirse en el opuesto exacto de lo que en verdad quiere; y a veces sin darnos cuenta. Una de esas dualidades más evidentes es la felicidad y la infelicidad. Esa persona que ante todos ríe pero que, en la fortaleza de la privacidad mirándose al espejo, realmente es incapaz de sonreír, pues está colmada de tristeza. De infelicidad.Pero, ¿qué nos sucede realmente cuando somos infelices? ¿Acaso somos infelices porque es lo que queremos, acaso una persona infeliz buscó ser infeliz? No eres infeliz porque te lo hayas buscado o porque quieras serlo, eres infeliz porque le permitiste a la infelicidad dictar demasiado en tus decisiones de vida. Y puede sonar bastante fuerte, pero esa es la realidad.

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Adaptación Hedónica

Esta es la triste realidad, parece que nunca tenemos suficiente. El placer rápido, fácil y cortoplacista nos enreda en laberintos tan adictivos como vacíos de los que una vez dentro es muy difícil salir. La vida y principalmente nuestra propia mente no dejará de agasajarnos con deseos, los cuales acabarán por rodearnos de miseria y esclavitud si siempre acudimos tras su llamada sin ofrecer ningún tipo de resistencia. Sexo, comida basura, alcohol, drogas, consumismo descontrolado… pueden suponer el más pesado de los yugos. Los estoicos nos brindan diferentes estrategias y herramientas para blindarnos frente a este compañero de vida poco deseable y tan difícil de controlar si no nos preparamos para ello. Un deseo nace donde acaba otro. El deseo es el contrato que haces contigo mismo para no ser feliz hasta que consigues lo que deseas. Y si no nos entrenamos al respecto, como consecuencia de la “adaptación hedónica” (el nunca tener suficiente, el siempre querer más) cuando alcancemos eso que deseamos, en ese preciso instante, ya prácticamente nos parecerá insuficiente y desearemos más o desearemos algo diferente. Así que ¡cuidado con lo que deseas! Para los sabios estoicos está era una de las principales causas de infelicidad.

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